Que pague Amazon

A N T Ó N   P R I E T O
El e-comercio avanza lo que no está escrito. Estas plataformas y resto de los grandes distribuidores crecen en ventas a distancia mientras el microcomercio ve cómo se le escapa buena parte de su cuota de mercado. Parece lógico que una de las medidas fiscales que se apliquen en breve fuese redistribuir los beneficios de estas empresas online entre el resto de los comerciantes que cada día estaban ahí, al pie de cada calle, en cada plaza, en cada ciudad, en cada esquina. La inteligencia fiscal y la capacidad reequilibradora del estado debería notarse también aquí.

Varios interrogantes sobre esto: Tendrá el estado —Galicia seguro que no— mecanismos para lograr un incremento de las cargas impositivas al comercio electrónico en detrimento de la presión fiscal a los pequeños comercios? Habrá posibilidades legales, viejas o nuevas, estándares o efímeras, para incidir en ese proceso de aniquilación de la estructura comercial? Supongo que no, porque ya venía siendo difícil meter mano a las tecnológicas a causa de las amenazas comerciales de los Estados Unidos, el país matriz de esas empresas.

El comercio, como sector competitivo en el mundo liberal, hace lo que todas las empresas: eliminar gastos de personal y para eso utilizan todo lo que tienen a la mano. Conserveras que venden como gallego el pescado de sus latas embalado en Perú, autopistas que nos cobran por telepeaje, bancos que redujeron drásticamente el personal, toallas francesas que se lavan en Túnez, naranjas que proceden de Israel, amén de toda la manufactura fabricada en Asia, ropa incluida, que se vende por debajo de un precio razonable. Es la tómbola de la modernidad, de la ausencia del Estado, de la desaparición de la política. Estamos conviviendo con nuestra derrota.

En el caso del comercio, ahí lo tenemos. De 30 años a esta parte en distintas andanadas, los puntos de venta se centralizaron en aquellos continentes, alcampos, carrefurres, eroskis. Más adelante en contenedores de otro tipo de ventas —textil, hogar, etc— mezclados con el ocio, mayormente cine y restauración, algo que ya es el summun del consumismo feroz. Fue el declive de muchas ciudades, si bien Pontevedra supo más o menos contener esa hemorragia. Hoy flipamos con la venta a domicilio, que llena de furgonetas y camiones nuestras calles y de paso se salta las relaciones comerciales tradicionales en un terrible bypass que deja millares de empresas y empleos por el camino.

Lo hemos visto venir como una evolución normal y así lo seguiremos viendo, porque la capacidad de la política para intervenir en estas situaciones es limitadísima. No hay más que ver estos días las dificultades legales que tiene el Gobierno para controlar el precio de las mascarillas. Como para aspirar a que todos esos mercaderes de nuevo cuño compensen por vía impositiva el daño que hacen, los perjuicios que causan a nuestra estabilidad económica.

Que nacerá de aquí? Hay quien sostiene, con mucho optimismo, que estamos ingresando en una nueva manera de gestionar las pequeñas empresas comerciales. Puede ser. Seguro que tiene que ser, porque ya quizá nada volverá a ser como antes. Habrá que estudiar qué hacer con esos millares de personas sin vocación empresarial, con una preparación aceptable, convertidos en espectadores de una economía que les sorprende en mitad de la escalera sin saber si subir o bajar… ehhh, sin chascarrillos de madriles, please.

Apocalipsis Z

Y hablando de sectores que van reconvirtiéndose, recomendamos muy fervorosamente una novela de zombies de enorme éxito internacional. Apocalipsis Z, de Manel Loureiro. Confieso que no es una recomendación personal, porque yo no consumo ese género de tanta devoción en la actualidad, pero mi pareja la devoró y con altísimo grado de satisfacción. Pueden maridar la lectura con la audición del Sabat Mater de Pergolesi, una delicadísima pieza de la época barroca, muy apropiada para esta peculiar semana santa con tanto recogimiento. Todo muy trascendente.

PUBLICADO EN DIARIO DE PONTEVEDRA EL 8 DE ABRIL DE 2020, VIGÉSIMO CUARTO D͍A DE CONFINAMIENTO