Antídotos para la crueldad
A N T Ó N P R I E T O
Pídele la luna a esta época doméstica. Tengo tiempo para todo. Es lo que se dice sin pensar demasiado. Quien más quien menos, seguimos las rutinas diarias, no porque nos lo recomienden los psicólogos, sino porque es lo que nos pide el cuerpo para viajar mejor entre la sombría realidad. Después de todo esto seguiremos comprando bobadas que no necesitamos, buscando la última moda en yogures o despreciando a los pobres de pedir, cosas para las que hemos sido educados.
Las rutinas son las escaleras que nos conectan con lo que somos, por ello, la agenda del confinamiento está tan llena o vacía como nosotros mismos. La motivación para hacer, para llenar los minutos no reside en el lugar en el que tengas que permanecer, sino en todo lo que necesites para sobrevivir.
Por ejemplo, las labores domésticas. A muchas personas nos relajan y nos ayudan a continuar activas en estos días de presidio. La plancha es mi Parnaso, el lugar que resume mis aspiraciones más sublimes. Donde me escondo de la hiperactividad, del mundo hiperconectado, hiperinformado, hipermercantilizado, hipercultural, hiperglobalizado.
Tras los reglamentarios buenos días a tu pareja si la tienes y la tienes en casa, y a aquel ramillete de imprescindibles virtuales, podemos comenzar interviniendo brevemente en una polémica italiana entre un líder ultracatólico y nada menos que Madonna, a quien calificou de “abuelona” molesando a sus seguidores locales. Más tarde, alguien te informa que no hace muchos años Abascal acudía a un conocido cruissing de Vitoria buscando placer. Ole por él. Un viejo amigo de Madrid me infórma sobre el origen de “Resistiré”, letra que Carlos Roda compuso pensando en su padre, un preso comunista en las cárceles de Franco, lo que aumenta su tensión épica en este momento en que vuelven con el rollo de las dos Españas, en vez de buscar una mejorada tercera versión.
Desayunos, almuerzos, confección de dulces si consigues harina en el súper, el cuidado más reposado de las plantas, algún libro que leer —estoy con Homo Deus, de Harari, y no avanzo. Alguna masturbación tranquila. Repasar Diario de Pontevedra para saber qué ocurre aquí mismo, imprescindible info local que no dan las teles. Hablar con mami tres o cuatro veces al día, con la hermana del alma, videoconferencias con grupos como mi querida Triple A, un comando secreto para repasar nuestros devaneos en Tinder, Grindr o amantes antiguos, en curso o ad futurum, mezclado con series, literatura o esos artículos de Jabois que nos derriten el corazón. Aseo diario, la cola del súper… lo monísimas que vamos a estar todas con antifaz.
Más teléfono, viejos colegas. Mi récord: Consu, 26 años sin hablar, y con la misma voz. Qué alegría. Y Rosa, mi compostelana recluida de casualidad en su piso de Las Palmas. Pedro, el enorme Pedro que a los 77 está solito porque su marido, que estaba de paso en A Coruña decidió quedarse para no incrementar aun más su riesgo vital en Madrid. El queridísimo Jordi, de Reus, con su lanzamiento en redes como entrenador presencial y virtual: logo, estrategia visual, videos… suerte quien pueda tener un guía tan perfecto. Pregunto al amigo Andy si sigue en NYC y como va por allá, y recalo en Cádiz para saludar a viejas y nuevas amistades. El querido Chema me envía fotos planchando desde Bruselas, a raiz de una que yo publico en las redes como reivindicación erótico festiva de la cotidianidad doméstica. Escribo durante el día a amigos en Paris, Beirut, Stuttgar, Monte Porreiro, Marbella, Ferrol, Dubai, México. Comparto algún artículo y también el de Fortes en Infolibre defendiéndose de los nibelungos.
Más tarde leo un interesante artículo sobre el origen dieciochesco de la acera que me envía la imprescindible Ana, de Granada. Un simparar de sensaciones y aromas procedentes de todo el mundo llenan de alegría estos días de encierro. Necesitamos mitigar nuestra cólera por la muerte de tantas personas y la rabia viva que nos producen esos mensajes terribles de que con más de 70 ya no vas para la UCI porque lo tuyo es morirte. Vade retro, criminales. Los abuelos y las abuelas todavía tienen mucha leña que cortar.
PUBLICADO EN DIARIO DE PONTEVEDRA EL 10 DE ABRIL DE 2020, VIGÉSIMO QUINTO DÍA DE CONFINAMIENTO