Beneficio máximo personal

A N T Ó N   P R I E T O

Pan para todos. Eso es lo que pretende decir el gobierno redistribuidor. Pero mucho apelar a la Europa del maná y poco relato del reequilibrio. En dos palabras: si necesitamos más dinero, este ha de venir del exterior o del interior. Con Europa enseñando sus dientes de de piraña (el adn es el que es), tendremos que usar la fiscalidad interna como fórmula para equilibrar el bienestar material. Por no hablar de la fiscalidad posible en una Galicia un poco más dueña de sí misma.

Sabido es que los informativos y las teles renunciaron hace tiempo a llamar las cosas por su nombre, especializando la información económica hacia unos lenguajes imposibles de seguir por el gran público. Información bursátil que no interesa más que a una pequeña parte de la población, conceptos burocráticos que nadie se molesta en traducir al lenguaje de la calle, verdades selectivas que no relacionan unas informaciones con otras y se quedan en mera propaganda, información sesgada de corporaciones que nos bombardean con sus bondades para ganar enteros para sus accionistas… y todo para elevar el dinero a la categoría de deidad y al capitalismo a la religión de nuestro tiempo. Y casi todos colaborando haciéndonos creer que la política está por encima del dinero, cuando son el capital y los mercados quienes dominan el mundo.

Ahora que se les paró el carrusel consumista global, ahora que ven cómo los respiradores que antes costaban 20.000 en plena crisis cuestan 200.000 —algo totalmente normal, Adansmith—. Ahora que al parecer tenemos un gobierno social-comunista, pocas referencias se ven a quién debe pagar los efectos de la crisis para que el pan llegue a todos y, en palabras del presidente, “nadie se quede por el camino”.

Mientras las grandes corporaciones se ponen dulcemente trágicas en vomitivas campañas televisivas que anuncian su “solidaridad” con los confinados entre informativos de ataúdes. Mientras se afanan en publicitar sus donaciones sanitarias con argumentos de dudosa verificabilidad, expresando la tradicional lógica del hipócrita relato publicitario, nadie pone el dedo sobre la llaga: Amigos, amigas, tendréis que pagar más al fisco.

Si queréis seguir vendiéndonos teléfonos, viajes, megas, energía eléctrica, créditos de consumo, coches, chalets, ropita, yogures de mil sabores, comida procesada, estancias de hotel, apps o seguros médicos, tendréis que contribuir más. Nuestro gran valor colectivo es nuestra capacidad de consumo, y nuestro gran valor institucional es el estado, el poder público.

Por tanto, tendremos que conseguir desde el estado que los grandes beneficiarios de nuestra capacidad de compra, apoquinen parte de sus ganancias. Y ya que hablamos de una renta mínima universal, podemos empezar a sondear el concepto de un “beneficio máximo personal” por cada unidad de individuos que formen parte de un consejo de administración. ¿Utopía? quizá. Pero más utópico era este reino de muerte y represión vital que hoy padecemos, y aquí está.

Colors Magazine

Para dejar un poco tranquila a Inditex, vamos a recurrir al trinomio comerciante italiano – mano de obra asiática – cultura USA e inventarnos una ensalada con estos ingredientes. Lo primero, Luciano Benetton que en los 90 confió al fotógrafo Oliverio Toscani la comunicación de la compañía, logrando clamorosos éxitos con trasfondo de denuncia social. Al tiempo, un laboratorio de comunicación, denominado Fábrica, se puso con la edición de una singular revista que repasaba el mundo con pequeños textos informativos bilingües. Un riquísimo caledoscopio universal al margen de los tópicos del cine, la música, los viajes turísticos o las modas. Conocer el mundo a través los 90 números de Colors editados entre 1991 y 2014 fue revelador, enciclopédico y realmente cosmopolita. Como cosmopolita es la elegante ironía que Carosone expresó en la archifamosa Americano, de 1956, con cientos de versiones actuales. Disfrútenla.

 

PUBLICADO EN DIARIO DE PONTEVEDRA EL 2 DE ABRIL DE 2020, DÉCIMO NOVENO D͍A DE CONFINAMIENTO