Cacadog

Llovía el día que presentamos, con la comunidad canina, la campaña «Buen ciudadano canino, buena ciudadana canina». Recoger las cacas de los amigos que llevamos de la correa, algo que no siempre ocurre. Realmente la publicidad poco puede hacer, ya que hay poca gente incívica, pero las consecuencias las sufrimos el resto.

Que se lo digan a quién cuida los jardines. Si una desbrozadora pilla una caca, aquello se distribuye en pequeñas partículas por todo el cuerpo del operario u operaria, creándole una situación, cuando menos, muy desagradable. Otra cosa es pisarlas, algo también deleznable, por culpa de la gentuza que tiene perro y no recoge los excrementos.

Al planear cómo llamar la atención, nos pusimos algo dramáticas. Tomamos prestado un cierto sabor a los cementerios de posguerra. Cruces clavadas en el césped de los jardines. El color magenta de los fustes, elegido para destacar entre el verdor, finaliza en un aspa marrón con un icono bien representativo de lo que se quiere contar. Esta puesta en escena se combina con algunos carteles en los que se pueden leer argumentos del mensaje cívico que se quiere transmitir.

También existen flyers, cartelería de farolas y chapas, todo con un diseño monocromático en el que destaca un enorme ASÍ SÍ al lado de un pictograma que relata sin palabras el motivo de la iniciativa.

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