Cerrar Madrid, entender España

Como hay expertos en gestión de pandemias en todas partes, el resto estamos tratando de hacernos una idea aproximada del curso de los acontecimientos. Por supuesto, no estamos en el momento del debate, y lo principal en estos días que quedan para alcanzar el techo del pico es estar del lado de las autoridades, por responsabilidad y porque debemos confiar en que estamos en las mejores manos posibles. Un poco de estoicismo primaveral. Contención, razón y amabilidad.

Todo puede ir bastante bien. O no. Eso solo se sabrá al final de esta intensa tormenta. Realizar comparaciones milimétricas hoy en día solo puede llevarnos al drama o la melancolía, y situarnos muy cerca de la imbecilidad. Parece que en ausencia de sexo divertido y deporte en libertad, algunos bípedos se están aficionando a este tipo de masturbación catódica.

Sin embargo, hay dos coordenadas susceptibles de una mirada cariñosa. Uno, todo el sistema de producción debe paralizarse para minimizar todavía más el contacto humano. Y otra, relativamente relacionada con la anterior, que es la madre de todo el existencialismo ibérico: la cuestión territorial.

Es difícil discutir sobre el primero de los temas con un mínimo de solidez. Puede ser una simpleza, pero debemos suponer que la óptica del humanismo radical, el gobierno chino, por ejemplo, prioriza el aislamiento total sobre las restricciones económicas. Economicistas como los británicos o los estadounidenses, al menos en principio, optaron por una actitud más relajada: medidas débiles contra el contagio y que se muera quién tenga que morirse, pero la economía no se detiene. España, bastante restrictiva en relación con los europeos, pero bastante débil en relación con los chinos. La justificación que dan es razonable: en China se vio afectada una provincia, como si fuese Huesca, y disponían del resto del poder nacional volcado en su ayuda.

Aquí es donde nos conectamos con el tema territorial. A pesar de la existencia de otras estructuras de poder, España se rindió de inmediato ante su poderosa inercia de «estado nación», aunque no todos los apoyos del presidente en la conformación de sus mayorías comparten esa idea. Sánchez, brillante, emotivo y apoyado en su leyenda de superviviente, se está reinventando como líder. Si todo le sale bien, continuará forjando una biografía personal extraordinaria. Eso sí, marcado por un neojacobinismo latente. Quizás el gobierno midió mal a la hora de enfocar la crisis centralizando y unificando, tanto por razones parlamentarias (que arrojan a los socialistas a las garras de la derecha) como por razones puramente sanitarias.

Quien más, quien menos, desde Feijóo hasta Caballero y no digamos Pontón, sabe que cerrar Madrid sería una medida táctica importante para evitar la propagación del virus. No se hizo. España todavía no está lista para entenderse a sí misma, por lo que no han podido imaginar otro enfoque que no sea la estandarización. Cerrar Madrid y proteger Galicia, como lo está Portugal, como propone el BNG, parece una consigna de catálogo. Pero es sólo la constatación del ñordo que tiene lo que tiene el estáblishment estatal —y no sólo los políticos— bajo la nariz.

Por supuesto, al cerrar Madrid, cualquier otra estructura de atención médica estaría en una posición mucho mejor para ayudar a madrileñas y madrileños, principales víctimas de la pandemia.

Merlí

Y mientras hablábamos del estoicismo, y para completar este desafío anticentralista, nada mejor que recomendar una serie ya bastante famosa, producida por la televisión catalana y con mucho éxito allí. Se llama Merlí. Si viven con adolescentes y, por lo tanto, son parte de su educación, resulta una necesidad. Si eres docente, creo que te resultará revitalizante. Y si no te encuentras en ninguna de estas circunstancias, hiper recomendado para comprender mejor el mundo que nos rodea. Profunda, vigorizante, alternativa, fresca, cotidiana, necesaria. Una forma distinta y posible de ver el mundo contemporáneo y valorar cabal y positivamente a la chavalada que ahí viene, y la vocación del buen profesorado, que alguno todavía queda. No se lo pierdan y aprendan.

 

PUBLICADO EN DIARIO DE PONTEVEDRA EL 26 DE MARZO DE 2020, DÉCIMO SEGUNDO DÍA DE CONFINAMIENTO