Hola! Mi nombre es Capi

A n t ó n   P r i e t o

¿Cuánto cuesta un apartamento en Sanxenxo en verano? ¿Y un hotel en Madrid durante Fitur? ¿Un kit-kat en el aeropuerto? ¿Un body en Primark? ¿Y los percebes piratas mientras dura una veda? ¿Alguien ha oído hablar del estraperlo de antibióticos en la posguerra que tenía lugar en el paraíso cool de la actual Gran Vía, la coctelería Chicote?

Hola ¡Soy el capitalismo! Llevo ya algo de tiempo entre vosotros. Entiendo que no me percibes, que me consideras parte de tu sistema de valores, parte de ti, como la sangre de tus venas o tu follabilidad, que también tiene mucho que ver con si entiendes o no ciertas cosas del mercado.

Lo que sucede es que sólo vemos las orejas al lobo cuando el lobo acecha. Pero el lobo siempre anda por ahí, y cuando ve que puede cazar, caza. Las máscaras al por mayor que alguna vez costaron 0.002 euros, hoy cuestan 0.8 en el mercado global. Las que en farmacias antes costaban 5, hoy cuestan 27, porque a los farmacéuticos les venden a 18 las que antes eran a 0.8, y tienen que aplicar los márgenes correspondientes.

Nuestro sistema económico siempre se basa en estas dinámicas. A medida que aumenta la demanda, los precios suben. Los estados tratan de reducir las aristas más crueles de este comportamiento estableciendo algunas reglas para amortiguar los pepinazos del mercado contra las personas, a menudo con más voluntad que eficacia.

Los boletines informativos de estos días intentan mostrarnos ejemplos poéticos de generosas entregas de empresas que colaboran en la crisis. Incluso hay nobles donaciones anónimas que conmueven todavía más. La verdad es que todo resulta poco para equipar a los sanitarios resto de ángeles celestes que luchan abnegados contra la bestia. Pero igual de cierto es que las escuelas de negocios dedican mucho esfuerzo a capacitar a profesionales en un tema muy interesante para estimular la competencia: la Responsabilidad Social Corporativa. En otras palabras, el marketing asociado a hacer cosas buenas para la comunidad: ayudar a los Juegos Paralímpicos, limpiar ríos, cooperar con el buenismo de las ONGs, promover becas o apoyar a los ancianos. La RSE, no lo olvide, es un arma más para presentar deslumbrantes balances de gestión llenos de beneficios.

¿En qué manual dice que ante una enfermedad o debilidad debemos cerrar el mercado? No te equivoques. Entregar la sanidad, la investigación farmacéutica o la atención a los mayores a las dinámicas de los negocios privados, equivale a someterlas a esas lógicas del mercado. Las residencias son caras porque no podemos enviar a nuestros mayores a África o Asia para que las cuiden por cuatro perras. El estado se niega a crear empresas públicas para organizar un sistema residencial masivo sin mediatizar por la llamada «clase corporativa» (la que hace crecer los grandes números). Algo similar sucede con los tratamientos médicos de vanguardia: los laboratorios invierten en investigación y luego se recuperan en forma de enormes ganancias. Es el llamado pastel público que los estados liberales confían al mercado, mercantilizando así grandes áreas de bienestar humano.

Presumiblemente no hay alternativa. Que son tantos a los que Capi les corre por el esófago como la cocacola, que no somos capaces de inventar algo mejor.

Todas ciegas

Quien explicó todo esto bien fue Saramago. Lee, relee o recomienda uno de sus monumentos: Ensayo sobre ceguera. Muchas personas incluso podrán leer la versión original en portugués. Nada que ver con el coronavirus, pero es una pandemia curiosa que deja ver lo mejorcito de la raza humana. Cruel, sorprendente, impactante, abrumadora, conmovedora, oscura. Puede ser lo mejor que hayas leído nunca.

 

PUBLICADO EN DIARIO DE PONTEVEDRA EL 27 DE MARZO DE 2020, DÉCIMO TERCER DÍA DE CONFINAMIENTO