Recaeremos

A n t ó n   P r i e t o

¿Cambiaremos nuestro estilo de vida una vez pase este mal sueño? Aprovecharemos esta vuelta a los fogones, esta necesaria introspección, este descenso del consumo, esta cultura de la conversación, esta creatividad exultante, esta calma chicha en las vidas de todos nosotros, casi poética, para adoptar nuevas costumbres de relación con nosotros y con nuestras entornos?

Pues probablemente no ocurra nada de esto, porque esta aparente retracción cultural es un simple trágala, un frenazo al revuelo que se nos impuso y que enseguida olvidaremos como esa pesadilla a la que no damos importancia una vez superada la conquista del horizonte. De los horizontes de cada uno de nosotros, de los proyectos personales que se nos ponen por delante, de las rutinas para los rutinarios, de las incertidumbres para los que caminan por el filo de la navaja, y de las altas metas para los más ambiciosos que arriesgan dinero, fluctúan en bolsa o ganan carreras.

No aprenderemos porque ahora vivimos en un paréntesis, no en una realidad alternativa. Seguimos con los proyectos de antes, con las costumbres de antes, levemente perturbados por el encierro, pero igual de endebles, de humanos.

Seguiremos peloteando a los poderosos, juzgando a los diferentes, derribando al compañero, delatando a la camarada, vendiendo a amigos por un par de céntimos, sembrando la insidia alrededor, usando la crueldad para hablarnos.

Seguiremos cayendo bajo, poniendo palos en las ruedas, guardándonos las verdades, recomendando el mal camino, haciendo que hacemos, fabricando lágrimas de reptil, manteniendo secretos impresentables, silencios maliciosos, miradas diluidas, conversaciones inconsistentes, cafés interesados, negociaciones manipuladas, afectos malintencionados, saludos venenosos, autoritarismos extemporáneos, contradicciones decepcionantes, traiciones insoportables, amores de pega.

También seremos quien creemos ser, sin duda. Pero seguiremos comprando más ropa de la que necesitamos, jodiendo sin condón entre desconocidos, cogiendo atajos inmorales. Seguiremos sin diferenciar la competitividad y la avaricia, la envidia por el bien ajeno, el silenciamiento cómplice, el relato egocéntrico, la mirada de reojo, el gesto desconsiderado.

Continuaremos insensibles sobre la fosa común mediterránea, sobre las personas con dificultades de supervivencia, con quien no tiene agua corriente, sanidad o derechos laborales. Seguiremos poniendo el dinero en la cumbre de nuestro retablo de deseos, resignándonos por los negocios bancarios, por los lobbies de las eléctricas, por el desmoronamiento de la economía pública, de las finanzas públicas, de las empresas estratégicas públicas, de los desequilibrios territoriales, de que, como en aquel mítico dibujo de Castelao, la vaca de aquí se ordeñe en Madrid.

Sin vergüenza

De casi todo esto habla una espléndida serie americana que podéis encontrar en las plataformas temáticas, inspirada en otra anterior y homónima de la BBC. Shameless (desfachatez), la disparatada crónica de la familia Gallagher donde cada figura libra su particular batalla entre la maldad y la bondad, entre el correcto y el incómodo. Donde entre risas, sexo, alcohol, drogas y todas cuantas situaciones cotidianas os vengan a la cabeza, van transcurriendo los días en una espiral sucia, divertida, peligrosa e intensa, pero lo que es más importante: nada extravagante.

Porque todo está pulido con corazón, con mínima violencia, con cotidianeidad y sentido común: responsabilidad, abnegación, compromiso, familia, tríos, bipolaridad, interracialidade, Norteamérica, religión, mitomanía, aborto, heterodoxia, educación pública y privada, planificación familiar, adolescencias heterodoxas, especulación, hedonismo… una ensalada de situaciones en el Chicago más contemporáneo que además, para los amantes de la arquitectura, recrea constantemente en su estrategia fotográfica la célebre Torre Sears (hoy llamada oficialmente Willis, con poco éxito), esa elegante dama negra que desde el 74 define la capital de Ilinois, cuna de los rascacielos.

 

PUBLICADO EN DIARIO DE PONTEVEDRA EL 22 DE MARZO DE 2020, OCTAVO D͍A DE CONFINAMIENTO