La fiesta es tocarnos

ANTÓN PRIETO

Este año, la dimensión festiva de nuestra estirpe va a quedar tocada. Fiesta y contacto físico parecen dimensiones indisociables, y no podemos concebir acontecimiento que se precie sin ese roce que nos transmite sentimiento, amor y alegría. Abrazar, besar, acariciar, simplemente tocarnos, está en la base de nuestra cultura cinética, somos imanes caminando por la vida, disfrutamos con el roce, con el cuerpo a cuerpo, con nuestras manos unidas en celebraciones y reivindicaciones, y ya no hablemos de sexo, que es la máxima expresión de la fiesta, aunque hoy hablaremos de las dimensiones más mundanas. Siempre que la emoción nos embarga, nos derrumbamos unos contra otros con la máxima querencia, en la búsqueda un cobijo amable y generoso.

Tanto es así que no son pocas las teorías que estos días apuntan al mayor contacto físico del sur de Europa como uno de los factores determinantes de la expansión de este virus cabrón. Que se lo digan a Pablo Méndez, una de las mayores empresas culturales de la ciudad, que vio como a la caída del sol de una tarde de marzo se le venían abajo todos sus contratos del año. Ibiza, Madrid, Canarias, Valencia, Andalucía, algunos lugares de Europa y toda Galicia iban apagando los focos que alumbrarían a sus artistas durante toda la primavera o el verano, épocas fuertes del arte en la calle. Los espejos en movimiento, los dulces balancines gigantes, las enigmáticas sirenas, las criaturas llegadas de los submundos y los supramundos, moldeados aquí para estimular la imaginación y la fantasía de tanta gente. Quedarán anclados en el baúl de un tiempo de tristeza obligada, la que nos mantiene con esta cara de pasmados.

Esperamos que, cuando el placer de rozarnos vuelva a situarnos en lo que realmente queremos ser, lleguen con él las cabriolas fantásticas y las músicas potentes para acompañar los atardeceres del verano y las madrugadas con sabor a vino viejo. Ojalá qué quien decide que la fiesta continúe, quien le dé al botón del reinicio de nuestra dignidad colectiva, recuerden a Pablo, y a tantos otros Pablos que hay en la música, en el teatro, y en general en toda la creatividad que rodea la fiesta. Será cómo recordarnos de quién somos, de lo que somos capaces de hacer con la cultura y las expresiones colectivas de la alegría.

Por el momento, disfrutemos con las fiestas de pantalla, con ese incesante e inmenso montón de motivos que circulan por las redes para mantenernos activos y contentos, siempre que la guadaña de la suerte no se fijase todavía en nosotros o nos nuestros seres queridos. Es el momento de mantener el optimismo y suministrarnos de vida a través de memes, de conversaciones estupendas, de programas de televisión, de grupos de facebook, de los videos que te dedican los amigos, de vermús virtuales, de conciertos o incluso de conferencias como las que hizo circular ayer el aula Castelao —que el conocimiento y el análisis del mundo también es entretenido—. Y no olviden defenderse de la miseria, del veneno, que también es mucho y llega de cualquier parte. Incluso es momento de volver a ese placer estupendo que es leer en papel el Diario o cualquier que fuese su periódico favorito.

Placeres que no sustituyen a tocarnos, a celebrarnos, a besarnos, a rozarnos sin reservas en un concierto o un evento, pero que tenemos que dar por buenos en este impás que nos impuso la vida. Se lo debemos la tanta gente que se está —nos estamos— salvando de morir gracias a este enclaustramiento.

Máximas Capitales

La fiesta es sobre todo placer, felicidad. Nos conectamos a las Máximas Capitales de Epicuro. La quinta: “No es completa una vida sin placer. No existe una vida placentera sin que sea sensata, recta y justamente vivida, ni se puede vivir sensata, recta y justamente sin el placer. Quien no comparte tal criterio, no puede vivir gozosamente”. La vigésimo séptima: “La amistad es la máxima bondad de la vida. De entre las bondades que la sabiduría procura para la felicidad de la vida entera, la mayor, con diferencia, es la riqueza de la amistad”. No me digan que no vale la pena echarles un vistazo y pensar mientras ahí fuera explota la tormenta primaveral.

PUBLICADO EN DIARIO DE PONTEVEDRA EL 15 DE ABRIL DE 2020, VIGÉSIMO OCTAVO D͍A DE CONFINAMIENTO